"Objeto de cambio"

El cuerpo forma una parte importante en nuestra sociedad de capitalismo, de consumo, en la que nos encontramos. Con bombardeos incesantes de imágenes de cuerpos idealizados, los medios crean aspiraciones de metas estéticas y deseos corporales. Hemos pasado de rendir culto al espíritu, a rendirselo al cuerpo. Se han establecido arquetipos de belleza efímera que la sociedad ha sabido explotar a través de los medios para  hacernos creer que solo llegando a ellos estaremos mas cerca de la felicidad anhelada, transformando el cuerpo en objetos de consumo, consumo de productos que nos harán estar más atractivos, operaciones para mejorar la estética y mantener por más tiempo esos cuerpos jóvenes, inversión de nuestro tiempo libre en gimnasios para crear una cultura narcisista de constante necesidad de aprobación de nuestro entorno social.

Los medios de comunicación, han creado iconos de cuerpos perfectos, jóvenes, sin arrugas, inexpresivos, desnaturalizados, haciendo desearlos de forma irracional y dejándonos llevar por esta corriente, por los deseos, pensando con el corazón y no con la cabeza. Se encargan continuamente de recordarnos que tenemos un solo cuerpo y que hay que salvarlo y cuidarlo.

A través de nuestro cuerpo ya no solo experimentamos el mundo, el mundo nos ve a través de nuestro cuerpo que expresa nuestra personalidad y hace compararnos con otros cuerpos objeto. Esto se manifiesta en nuestras propias relaciones personales.

En esta sociedad de consumo, el cuerpo se transforma en mercancía y pasa a ser el medio principal de producción y distribución. Su mantenimiento, reproducción y representación se convierten en temas centrales. Se ha convertido en un proyecto en el que trabajar, algo incompleto, inacabado en el que poder invertir tiempo y dinero para sentirse bien con uno mismo, siempre sujeto a unos cánones o iconos preestablecidos para llegar a ese fin.

Bajo este contexto el cuerpo forma parte de una cultura de exhibicionismo, erotismo, pornografía, en la que el objeto, nuestro cuerpo, se vende o compra según nuestras necesidades para saciar nuestros instintos más animales, más básicos, en un círculo de degradación admitida socialmente  que afecta directamente en la fragilidad de los vínculos humanos. Este frenético  consumo igualmente a degenerado nuestros vínculos afectivos al tratar al otro, ya sea amante o prójimo, como una mercancía más de la que puedes desprenderte, desecharla o desconectarla con cierta facilidad. Nos ahogamos en una dependencia que nos paraliza al pensar en vínculos duraderos y pensamos fríamente en los costes o beneficios que podemos adquirir. Empezamos a creer que el amor puede aprenderse y que el conocimiento sobre esta materia aumenta con el número de experiencias  y la asiduidad del ejercicio.

En esta serie empleo las argucias creadas por el hombre, la ficción mostrada a través de los medios digitales para convertir el cuerpo en un objeto de consumo, metiendo en botes de cristal esos cuerpos perfectos, esos anhelos de deseo, de belleza efímera cuestionable para que el público se replantee esos arquetipos creados por la sociedad. Un objeto de necesidad, una búsqueda, una inversión para ser felices, para cambiar, pero realmente ¿es esa la felicidad que anhelamos o la que nos hacen creer que buscamos?



Objeto de cambio nº 1
Imagen digitalizada
40 x 30 cm
Año: 2013
Objeto de cambio nº 2
Imagen digitalizada
40 x 30 cm
Año: 2013



Objeto de cambio nº 3
Imagen digitalizada
40 x 30 cm
Año: 2013

Objeto de cambio nº 4
Imagen digitalizada
40 x 30 cm
Año: 2013

Objeto de cambio nº 5
Imagen digitalizada
40 x 30 cm
Año: 2013